Los atascos del cielo
Ya estamos en pleno verano, y con él llega, como siempre, el calor, las vacaciones (no es mi caso, por desgracia), la acumulación de aviones en el aire… y los retrasos asociados. Es inevitable y muy sencillo de comprender cuando se realiza un viaje por tierra: si cientos de miles de vehículos ocupan las carreteras a la vez, todos sabemos que habrá atasco y tardaremos más de lo habitual en llegar a nuestro destino.
Cuando se viaja por aire ocurre exactamente lo mismo, sólo que la “carretera” no es visible y por eso el atasco no es tan evidente; pero las demoras sí lo son y lo peor es que no son sencillas de explicar. ¿Qué pasajero entendería a la primera a un piloto que dijese que a causa de las regulaciones en el aeropuerto de destino se les ha adjudicado un slot que provocará una demora de 20 minutos? Posiblemente casi ninguno, así que es más fácil decir que control aéreo no autoriza la salida, que es algo que todo el mundo entiende, pero que es una verdad a medias porque si no se autoriza la salida es porque el avión no tiene derecho a salir. Y quien toma la decisión no es el controlador, que se limita a transmitirla, sino el control de afluencia. Prometí hablar sobre él en un artículo en el que describía el trabajo del controlador aéreo y ha llegado la hora de cumplir la promesa.
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